Vinagre plantas Decoración de exterior Piso 80 m2 Pasillos papel pintado La gran guía de las plantas

Carlos y Mónica son unos apasionados del mar y del Ampurdán, en Girona, ya cerca de Francia. Por eso, cuando se puso en venta el terreno de 2.000 m 2 donde ahora se aloja su refugio particular, no dudaron en comprarlo para construir la casa que tenían en mente. Les preguntamos qué les sedujo del lugar: “Está a 10 minutos de las playas, pero mantiene su parcela de privacidad y se ve verde por todos lados”.

¡Argumentos más que suficientes para enamorarse! ¿El resultado que han conseguido? Una casa cómoda de 225 m2, en forma de granja americana, con techos altos, vigas de madera vistas y una estructura muy abierta que alberga 4 habitaciones.

La mesa, el sofá y las cortinas que han elegido para el porche dan un aire relajado, muy de chill-out. “Me encanta leer aquí y tener mis momentos de tranquilidad”, dice.

“Tenemos pocos cuadros porque el paisaje es el mejor de ellos. En verano las vacas pastan en los prados aquí delante y uno se queda embobado mirando por el ventanal”, ríe Mónica.

La dueña nos cuenta cómo han homenajeado la tierra que les ha robado el corazón. Lo vemos a través de las ventanas: “Este jardín es tal y como lo habíamos soñado, verde sin grandes contrastes, y nos decidimos por plantas autóctonas. Plantamos romero y lavanda. También hay mimosas, que dan una luz espectacular, jazmín, que perfuma toda la fachada, un olivo y un almendro, que ya estaban en el terreno”, dice Mónica.

Es un sueño hecho realidad, piscina incluida: “Más que piscina buscábamos recrear una balsa, alejarnos de las convencionales, y el tamaño nos pareció ideal”, comenta Mónica.

“La mayor parte de la inversión tuvo lugar en la base de la casa. Los materiales y elementos decorativos son austeros y típicos de la zona”, nos explica la arquitecta. Y la propietaria aclara: “Buscaba un estilo rústico, nada impuesto. Muchas de las piezas las compramos a los artesanos locales”.

La dueña es una apasionada del interiorismo y trabajó mano a mano con Irma Aleu, de Aleu Viñets Arquitectura. Quién mejor que la arquitecta para entender el regalo de la casa a quien la habita: “Se ve la naturaleza desde todos los ángulos, tiene mucha luz, es una casa que invita al relax”, nos dice. Eso era lo que buscaban Carlos y Mónica, pero Irma además ha conseguido que pueda disfrutarse tanto en los meses de verano como en invierno.

El look de la casa integra la paleta de colores del entorno en la decoración, “cemento con pigmentación marfil, maderas exteriores de iroko sin tratar e interiores en verde aceituna”, describe Irma.

El salón se abre al porche gracias a unos ventanales correderos ocultos. “En verano, nos encanta compartir largas sobremesas con amigos. En invierno, nos refugiamos dentro con la chimenea encendida y disfrutamos de las espectaculares vistas”, añade Mónica. Y esto lo han conseguido con unas grandes cristaleras que tienen la opción de desaparecer dentro de la pared y, junto al microcemento del suelo, dan unidad visual al espacio interior y exterior. ¡Qué buena idea!

La cocina es un bloque gris de cemento pulido y la mesa de madera le da calidez. Los propietarios adoran la cocina, es una estancia donde pasan mucho tiempo, horneando pan y bizcochos en su horno profesional. “Un buen amante de la comida, nunca calienta con vitro”, se ríen.

La cocina fue hecha de microcemento teñido en gris antracita, un tono que ofrece un toque actual y da carácter, aunque aquí hay otra protagonista: la mesa, hecha con andamios antiguos de madera. En ella se pueden sentar entre 14 y 16 personas.

Llegamos a los dormitorios y nos encontramos con que los techos miden 7 metros, ¡son muy altos! Por eso esta zona se planteó como una buhardilla, para hacerlos más acogedores.

No se nos pasa por alto que el cabecero esconde detrás la zona de los lavamanos.

¿Un guiño juguetón? La butaca hace juego con el edredón a cuadros, de inspiración verde oliva, campestre y llena de vida. Los dormitorios, por cierto, tienen todos su propia salida al jardín.

Y en el dormitorio principal, hay un ‘capricho’: un baño abierto. “Aquí me refugio cuando busco un momento para mí, en el baño de espuma. Desde este lugar, se ve el campanario iluminado por la noche”, comenta Mónica.

El otro dormitorio sigue con la ropa de cama del mismo estilo, a cuadros, en verde. La mesita de noche refuerza el estilo rústico que se ve en toda la casa.

Al tener todas las habitaciones salidas al jardín se consigue luz natural, ideal para este tipo de casas, de estilo rústico. Además del verde, también se ven tonos tierra.

El estilo rústico se sigue viendo en este baño para compartir, con dos lavamanos, una estantería que aprovecha el hueco de la pared y puerta corredera, también en verde.

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