Agosto de lluvia y aserrín multicolor - El Sol de Tlaxcala | Noticias Locales, Policiacas, sobre México, Tlaxcala y el Mundo

2022-08-20 14:07:54 By : Ms. Jacqueline Yang

  / viernes 19 de agosto de 2022

Mes de huracanes que inundan; lluvias que escurren sobre campos y ciudades desde los vientres de las embarazadas nubes; por las húmedas tardes, sonríen los sembradíos que acarician el sueño de alcanzar su ciclo productivo; soñadas esperanzas de un disminuido campo tlaxcalteca, de los amores y respetos de quienes en él creen, ¡porque es la vida nuestra!; la verde campiña que “rellena” los chiles en nogada. Delicia de las mesas. Nueces y fruta que baja de la montaña.

Hay por ahora un verde y florido panorama, que en diciembre se marchita; que en agosto es risueño y disfrutable. Por algunos caminos rurales, amarillean las milpas de doradas puntas, tallos azucarados y jugosos, “cañas” para deleite de los niños. Ha habido capulines, pero antes abundaban; el altiplano nuestro tiene sus propias frutas y verduras, flores de calabaza de enormes pétalos dorados para las quesadillas y los guisos; calabacitas “cuarenteñas” que deshacen su ternura en nuestras bocas y que se aderezan con pipitza y chicharrón de puerco, ¡son un banquete!; la nuez de castilla tlaxcalteca, de montaña, “de altura”, crujiente, maciza, sabor incomparable, fortifica a la raza y la alimenta; fruta que “esconde” sus almendras en “estuches” naturales y que por estos días madura y acompleta su sabor. “Frijolitos de la milpa”, de esos que de tres en tres se siembran, entre maíz, calabaza y frijol; “amanegua” los llamamos y que con flores y rajas de “locos”, resultan envidiables. Los huitlacoches, que, rebanados con sus granos de elote y rajas de poblano, se antojan; con estas lluvias, los elotes de septiembre se volverán tamales, tlaxcales, esquites mantecosos y picosos (no mucho), chileatole con sus guías de calabaza. Elotes hervidos con sabor de pericón que, con limón y sal, benefician al sistema digestivo; las manzanas “panocheras”, las peras “de leche” y las ciruelas, ya están maduras. Pero los capulines de Altzayanca grandes y negros, como los ojos de mi “prieta”; esos que, en las tardes de amor entre frescos humedales, con dulces miradas me “asesina”. Los duraznales de esa misma región aportaron este año una cosecha impresionante a los mercados; fruta jugosa, carnosa, enorme, de sabor único. Pero en contraste, las lluvias a destiempo retrasaron los “xoletes” de montaña, exquisitos, antibióticos. Tal vez con estas lluvias llegarán. La carestía es de “diario”. Ahora la especulación le toca a la tortilla. Los industriales que son tan solo dos en el país fabrican la harina y ésta más tarde en tortilla “acartonada”, que con esfuerzo la comemos. Por una guerra lejana, nos damos cuenta de nuestra insuficiencia en trigo. Rusia y Ucrania son los graneros. EEUU y Canadá hacen la harina. ¿Cuándo perdimos como país la capacidad para alimentarnos? Malo…¡Muy malo…! ¿Por qué no logramos los mexicanos con nuestro propio esfuerzo llevar el pan a nuestras mesas? Agosto, mes de tradiciones; las bellas alfombras de Huamantla ahora son récord mundial. Después de tres años de Covid-19 han vuelto a asombrarnos. Mes de veneración a la imagen de la Caridad. Esos artesanos ya son artistas. Tlaxcala. Donde cierta paz social existe. Estable, por cierto, en comparación con el violento norte. ¡No entiendo a nuestros gobernantes! Porqué permitieron que el maíz mexicano se industrializara por los “masecos” y los “Minsos”. Especuladores del hambre nacional. ¿Por qué de esa manera se juega con nuestra alimentación? ¡De maíz somos los mexicanos! ¿Por qué se quitaron subsidios al campo? ¿Por qué fue que en la agricultura la juventud no miró su porvenir y emigró para estudiar y tener otro nivel de vida? Hoy los campos de cultivo son casas y fraccionamientos. El crecimiento poblacional los invadió. Se perdió la tradición del maíz doméstico. Aquel trajinar madrugador a los molinos de nixtamal; los fogones caseros para tortillar; ahora la tortilla industrial es la comida, con su textura de “olote y de cartón” estamos en manos de la especulación. Pero la solución somos nosotros y esta vendrá cuando nos decidamos a recuperar la comida tradicional, de la cual mi generación se acuerda todavía.

¡Agosto, mes de lluvia, de tradiciones, de alfombras de aserrín, de chiles en nogada!; mes en que aún, con las preocupaciones cotidianas, disfrutamos una paz social que otros nos envidian. En un cotidiano trajín que estoy cierto debemos superar para borrar las deficiencias sociales y enriquecer la cotidianeidad de nuestras vidas.

Mes de huracanes que inundan; lluvias que escurren sobre campos y ciudades desde los vientres de las embarazadas nubes; por las húmedas tardes, sonríen los sembradíos que acarician el sueño de alcanzar su ciclo productivo; soñadas esperanzas de un disminuido campo tlaxcalteca, de los amores y respetos de quienes en él creen, ¡porque es la vida nuestra!; la verde campiña que “rellena” los chiles en nogada. Delicia de las mesas. Nueces y fruta que baja de la montaña.

Hay por ahora un verde y florido panorama, que en diciembre se marchita; que en agosto es risueño y disfrutable. Por algunos caminos rurales, amarillean las milpas de doradas puntas, tallos azucarados y jugosos, “cañas” para deleite de los niños. Ha habido capulines, pero antes abundaban; el altiplano nuestro tiene sus propias frutas y verduras, flores de calabaza de enormes pétalos dorados para las quesadillas y los guisos; calabacitas “cuarenteñas” que deshacen su ternura en nuestras bocas y que se aderezan con pipitza y chicharrón de puerco, ¡son un banquete!; la nuez de castilla tlaxcalteca, de montaña, “de altura”, crujiente, maciza, sabor incomparable, fortifica a la raza y la alimenta; fruta que “esconde” sus almendras en “estuches” naturales y que por estos días madura y acompleta su sabor. “Frijolitos de la milpa”, de esos que de tres en tres se siembran, entre maíz, calabaza y frijol; “amanegua” los llamamos y que con flores y rajas de “locos”, resultan envidiables. Los huitlacoches, que, rebanados con sus granos de elote y rajas de poblano, se antojan; con estas lluvias, los elotes de septiembre se volverán tamales, tlaxcales, esquites mantecosos y picosos (no mucho), chileatole con sus guías de calabaza. Elotes hervidos con sabor de pericón que, con limón y sal, benefician al sistema digestivo; las manzanas “panocheras”, las peras “de leche” y las ciruelas, ya están maduras. Pero los capulines de Altzayanca grandes y negros, como los ojos de mi “prieta”; esos que, en las tardes de amor entre frescos humedales, con dulces miradas me “asesina”. Los duraznales de esa misma región aportaron este año una cosecha impresionante a los mercados; fruta jugosa, carnosa, enorme, de sabor único. Pero en contraste, las lluvias a destiempo retrasaron los “xoletes” de montaña, exquisitos, antibióticos. Tal vez con estas lluvias llegarán. La carestía es de “diario”. Ahora la especulación le toca a la tortilla. Los industriales que son tan solo dos en el país fabrican la harina y ésta más tarde en tortilla “acartonada”, que con esfuerzo la comemos. Por una guerra lejana, nos damos cuenta de nuestra insuficiencia en trigo. Rusia y Ucrania son los graneros. EEUU y Canadá hacen la harina. ¿Cuándo perdimos como país la capacidad para alimentarnos? Malo…¡Muy malo…! ¿Por qué no logramos los mexicanos con nuestro propio esfuerzo llevar el pan a nuestras mesas? Agosto, mes de tradiciones; las bellas alfombras de Huamantla ahora son récord mundial. Después de tres años de Covid-19 han vuelto a asombrarnos. Mes de veneración a la imagen de la Caridad. Esos artesanos ya son artistas. Tlaxcala. Donde cierta paz social existe. Estable, por cierto, en comparación con el violento norte. ¡No entiendo a nuestros gobernantes! Porqué permitieron que el maíz mexicano se industrializara por los “masecos” y los “Minsos”. Especuladores del hambre nacional. ¿Por qué de esa manera se juega con nuestra alimentación? ¡De maíz somos los mexicanos! ¿Por qué se quitaron subsidios al campo? ¿Por qué fue que en la agricultura la juventud no miró su porvenir y emigró para estudiar y tener otro nivel de vida? Hoy los campos de cultivo son casas y fraccionamientos. El crecimiento poblacional los invadió. Se perdió la tradición del maíz doméstico. Aquel trajinar madrugador a los molinos de nixtamal; los fogones caseros para tortillar; ahora la tortilla industrial es la comida, con su textura de “olote y de cartón” estamos en manos de la especulación. Pero la solución somos nosotros y esta vendrá cuando nos decidamos a recuperar la comida tradicional, de la cual mi generación se acuerda todavía.

¡Agosto, mes de lluvia, de tradiciones, de alfombras de aserrín, de chiles en nogada!; mes en que aún, con las preocupaciones cotidianas, disfrutamos una paz social que otros nos envidian. En un cotidiano trajín que estoy cierto debemos superar para borrar las deficiencias sociales y enriquecer la cotidianeidad de nuestras vidas.