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Los espacios de esta casa se han reformado para hacerlos más amplios, cómodos y luminosos, además de vestirlos de un coqueto y chic estilo de inspiración campestre.

La familia propietaria de esta casa de líneas tradicionales, con jardín y un agradable porche en Orinda (California, Estados Unidos) querían replantear los interiores y renovarlos, una vez sus hijos habían abandonado el nido para ir a la universidad. Tras dos décadas viviendo el ella, los dueños tenían bastante claro cómo vivían los espacios y qué hacía falta para ajustarlos a su forma de vida y su ritmo. Para ello recurrieron a la diseñadora de interiores Lauren Nelson quien, confiesa, "cuando puse los ojos por primera vez en la casa, me enamoré del exterior de estilo Cape Cod, una casa de tejas grises con adornos blancos y tejado inclinado. Pero el interior era más bien una mezcla de estilos sin mucha coherencia y los acabados se veía anticuados".

En principio, los clientes pidieron una renovación parcial actuando, básicamente, en dos puntos: uno era repensar el diseño de la cocina con despensa, zona de lavandería y área de bar de la planta principal -la propietaria es una cocinera excelente y reciben frecuentemente-. Otro foco de actuación era el diseño del dormitorio principal, en el que querían crear una amplia suite con un gran baño y una zona de vestidor con armarios. Pero poco a poco el proyecto se fue extendiendo a otras partes de la casa, con mejoras más cosméticas como añadir un revestimiento de techo de madera al gran salón, nuevas ventanas, nuevas chimeneas, cambiar el suelo y los herrajes para puertas, pintar, empapelar y, finalmente, nuevos acabados exteriores en los espacios de la terraza y el patio. "Afortunadamente, los clientes pudieron comprender la importancia de crear continuidad en la casa y vieron el valor de actualizar todas las áreas (después de casi dos décadas en la casa). Estábamos creando un nuevo lenguaje estético para todos los espacios. Era difícil imaginar transformar el corazón de la casa, pero no las extremidades".

Ese nuevo lenguaje estético se basa en la búsqueda de la luminosidad en toda la casa y la utilización de materiales orgánicos y con textura: paredes de yeso, pisos de piedra caliza en el baño, papeles en las paredes, herrajes de bronce sin lacar, azulejos de mosaico marroquí hechos a mano, gabinetes de madera cálida en todas partes y nada más que alfombras y telas de fibra natural de tacto suave y cálido. Todo engamado en una paleta natural, neutra, con grandes dosis de verdes terrosos, tonos ocres y terracota, azules empolvados, o toques ciruelas, un crisol que conecta con la naturaleza y potencia el sentido de calidez y confort en todos los rincones.